No he apuntado nada en este blog desde hace tres años...¡ y vaya que han pasado cosas!
Vamos a ponernos al día empezando por la ubicación geográfica...
Hemos cambiado la casa y el barrio... hemos bajado al plan para volver a subir un poquito y quedarnos a pie de cerro. El barrio viejo que ha estado abandonado por varias décadas. Tuvo su esplendor en los años 60 quien sabe tal vez un poco antes.
Las ventanas de las casas de mi calle tienen cortinas metálicas, dando cuenta de su pasado comercial.
La restauración patrimonial acá no ha llegado... estamos donde comienza el revés de Valparaíso.
Donde suben a apagar la sed los caballeros que duermen su siesta en plaza Echaurren, con la caña o el medio pato del restaurante El Wanderino que en su carta solo anuncia estas dos modalidades de bebestible.
Es el corredor que une el verdadero barrio bravo con el plan. Donde los habitantes son mayoritariamente personas de tercera edad y niños, donde duermen tranquilos los perros y los vecinos se saludan desde los balcones.
En el deslinde de tres cerros y cuatro juntas de vecinos, puedo mirar a la vereda de en frente y saludar a mis vecinos de cerro toro, o cruzar a la misma vereda de cerro toro y ver mi casa en la otra vereda en cerro santo domingo, o subir por la misma vereda hasta el final de la calle para chocar con cerro perdices...
Si. vivimos en un pasaje del laberinto, donde podemos hacer un zoom y encontrarnos con una vida de barrio amable, donde los vecinos se cuidan entre si, donde los gatos se oyen por los techos en labores seductoras.
Mi nuevo barrio viejo, de donde soy parte hace ya casi tres años ha abierto sus puertas para nosotros y nos ha recibido amable pero desconfiado en un principio y protector después.
Encuentro a mis vecinos lejos de acá y me saludan amablemente.
Al salir del teatro municipal el señor que cuida los autos me dice, ¡como le va vecina!
Al subir en taxi, el chofer me pregunta por la salud de la señora de enfrente y me deja en mi puerta sin decirle mi dirección...
Hemos cambiado la casa y el barrio... hemos bajado al plan para volver a subir un poquito y quedarnos a pie de cerro. El barrio viejo que ha estado abandonado por varias décadas. Tuvo su esplendor en los años 60 quien sabe tal vez un poco antes.
Las ventanas de las casas de mi calle tienen cortinas metálicas, dando cuenta de su pasado comercial.
La restauración patrimonial acá no ha llegado... estamos donde comienza el revés de Valparaíso.
Donde suben a apagar la sed los caballeros que duermen su siesta en plaza Echaurren, con la caña o el medio pato del restaurante El Wanderino que en su carta solo anuncia estas dos modalidades de bebestible.
Es el corredor que une el verdadero barrio bravo con el plan. Donde los habitantes son mayoritariamente personas de tercera edad y niños, donde duermen tranquilos los perros y los vecinos se saludan desde los balcones.
En el deslinde de tres cerros y cuatro juntas de vecinos, puedo mirar a la vereda de en frente y saludar a mis vecinos de cerro toro, o cruzar a la misma vereda de cerro toro y ver mi casa en la otra vereda en cerro santo domingo, o subir por la misma vereda hasta el final de la calle para chocar con cerro perdices...
Si. vivimos en un pasaje del laberinto, donde podemos hacer un zoom y encontrarnos con una vida de barrio amable, donde los vecinos se cuidan entre si, donde los gatos se oyen por los techos en labores seductoras.
Mi nuevo barrio viejo, de donde soy parte hace ya casi tres años ha abierto sus puertas para nosotros y nos ha recibido amable pero desconfiado en un principio y protector después.
Encuentro a mis vecinos lejos de acá y me saludan amablemente.
Al salir del teatro municipal el señor que cuida los autos me dice, ¡como le va vecina!
Al subir en taxi, el chofer me pregunta por la salud de la señora de enfrente y me deja en mi puerta sin decirle mi dirección...